Tengo una pequeña flor
nacida sin darme cuenta
en medio del corazón.
En la tierra de la sangre
se abonó su resplandor.
Es delicada y se muere
sin cuidados y sin mimos.
Requiere mucha atención
contra el calor del verano,
contra el frío del invierno,
contra el cruel desengaño
que le causa tanto daño
con el paso de los años